Adolfo Santiago Durán Sánchez
Una tendencia de los gobernantes de México es hacer megaobras para hacer creer a sus gobernados que están trabajando para solucionar problemas que aquejan a miles de personas.
Los proyectos en este sentido se discuten sobre la obra en sí y no sobre proyectos de vida para poblaciones enteras, con desarrollos sustentables, y mucho menos con una integración a la naturaleza.
Esos planes de coyuntura, de intereses de grupos… sólo son retardadores de problemas, tal es el caso de los puentes que se construyen para solucionar un conflicto vial. En este momento vivimos la realización de uno que se hace en la Diagonal Defensores de la República y la avenida Zaragoza, en plena capital poblana, el cual se anunció con bombos y platillos, a pesar de la oposición de investigadores, historiadores y ambientalistas.
La experiencia nos ha enseñado que sólo aliviarán el tráfico por unos años, pues el número de autos irá en aumento, entonces volverá el caos vehicular.
Ideas tales como sistemas de transporte masivos y eléctricos, aprovechamiento de calles subutilizadas, campañas de cultura vial, salir con tiempo a nuestras actividades; es decir, potenciar la cultura de la civilidad no están en la mesa de los remedios.
Luego de plantear soluciones como las señaladas anteriormente, surgen las preguntas, ¿a quién consultaron?, ¿con base en qué estudios?, ¿sobre qué necesidades se decidió ejecutar tal puente?
La respuesta se vuelve simplista, es lo mismo de siempre; pero con un gobierno que acaba de iniciar.
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